Hola a todos,
Son las 23:52 acabo de llegar a casa tras una cena y una sesión de cine con uno de mis mejores amigos.
El caso, es que no me quería acostar sin compartir con vosotros esta pequeña reflexión…
Ha habido un momento en la cena que la conversación me ha hecho recordar la llamada de hace unos días. Al otro lado del hilo telefónico un chico de 21 años de edad, con una pequeña minusvalía mucho menor que la mía, yo no lo llamaría ni siquiera minusvalía diría más bien que se trata de una pequeña deficiencia física.
Me ha vuelto a repetir cuan mal se lo hicieron pasar en el colegio, cuanto se burlaron de él, que estuvo en varios colegios y nunca consiguió hacerse amigo de nadie…
Quiero dejar de antemano claro lo siguiente:
No dudo ni por un instante que lo pasase mal, ni un segundo se me ha pasado por la cabeza que exagerara sólo él sabe lo que ha sufrido y él sabe que siempre contará con mi hombro para consolarle…
Pero lo cierto es que ese chico dejo de estudiar, lo cierto es que él sigue parado pensando lo cruento del destino o de sus circunstancias y en ese parón, la vida se pasa y él día de mañana, cuando mire hacía atrás y no pueda recuperar su adolescencia o su juventud sólo tendrá como «excusa» la crueldad de los demás. La crueldad de unos pocos que no todos…
Y lo peor de todo esto es que el no es el único…
He conocido a muchas personas con discapacidad física, con mi misma discapacidad o con otra distinta y el 90% repite una y otra vez lo cruel que es la gente. Siempre, sale a relucir ese compañero que un día nos puso la zancadilla, o que se burlo de nosotros por nuestra «peculiar» forma de andar que nos hacía el vacío por ser «diferentes» sin caer en la cuenta de que nadie es igual.
Y yo me pregunto: «¿Cuándo hablaremos de la buena gente?»
Que si bien es verdad que había un compañero, que nos hacía la zancadilla no es menos cierto que otro nos copiaba los apuntes o empujaba nuestra silla de ruedas. ¿Lo recordáis?; sus palabras amables, su preocupación cuando nos operaban, su paciencia al ir a nuestro paso…
No digo que no haya gente cruel claro que la hay!! De todas las razas, clases sociales, o condiciones; con minusvalía y sin ella…
Yo también he sido blanco de burlas…
Recuerdo una vez en 1º de la E.S.O, un compañero me pregunto: «¿Por qué no te amputan las piernas para lo que te sirven?» Yo me puse a llorar en medio de la clase en serio me sentí fatal nunca se me olvidará esa pregunta pero también recuerdo que otros 13 compañeros salieron en mi defensa!!!! (En la clase, éramos 15).
Si supierais cuantos recreos pase sola viendo como los otros corrían o jugaban al fútbol, si supierais cuantas veces lloré por no poder jugar con ellos…. Pero ellos, no eran culpables es normal que jugasen a esas cosas igual que era normal que yo me sintiese mal al no poder hacerlo. Pero nadie era culpable…
Otro ejemplo de crueldad; el insti, yo siempre sacaba 10 y según alguno de mis compis ese 10 era por llevar muletas, a causa de la pena que me tenía el profe!!!!!!! En 3º de la E.S.O, muchos pensaban eso.
Ese mismo año, me operaron y gracias a tres compañeros mejor dicho a tres amigos que me llevaban los apuntes no bajó mi media!!!!! Cómo olvidaros!!!!!!!
La cuestión es que siempre habrá gente que se meta con nosotros por nuestra condición al igual que se pueden meter con otro por su altura o alguna otra chorrada… Pero sin el negro no existiría el blanco y sin los «malos» no valoraríamos a los «buenos»…
Hoy yo os invito a olvidaros para siempre de la mala gente. Si algo he aprendido es lo siguiente:
No importa que digan de ti, sino quien lo diga.
P.D. Hoy yo quiero dar las GRACIAS a ese compañero que nos pasó los apuntes, a ese señor que se ofrece a ayudarnos a cruzar la calle a la Sra. que se ofrece siempre a cargar con alguna de nuestras bolsas o nos cede su asiento, a los voluntarios que nos regalan y comparten su tiempo, a los amigos que demuestran que lo son…
A todos ellos ,y a tantas otras personas que a veces se ven eclipsadas por las estupideces de unos pocos cuya vida está tan vacía que sólo son capaces de divertirse intentando hacer daño.
Gracias, a la buena gente, esa cuya bondad debemos tener siempre presente.