Toc, toc..
Siempre que se aproxima el miedo de trazar un punto, las lágrimas arrastran la misma pregunta, una cuestión brotando desde el fruto de un adiós lastimero, a veces flotando dentro del aire denso, sobre el anden de una estación abarrotada, atrapada miedosa frente a los arcos de seguridad de los aeropuertos o enganchada a la ultima línea de una carta de despedida.
¿Quien sufre más?
¿quien se queda?
o quien se va
Al sentarse a pensar en los signos que modulan y ordenan la realidad, a menudo olvidamos que los puntos no siempre son finales.
Incluso a veces, tímidos, se hacen acompañar de comas.
O solamente estas últimas nos dictan que hacer.
Y lo que es mejor, las mejores pausas son las que tu propia voz hace al respirar.