La propia espina dorsal contiene circuitos autónomos capaces de generar los ritmos necesarios para andar. Estos mecanismos independientes del cerebro se conocen desde hace tiempo, y numerosos estudios han intentado reclutarlos para ayudar a las personas paralizadas. En algunos casos se ha podido ver un ligero movimiento de las piernas, pero insuficiente para que el paciente pueda andar.
Grégoire Courtine, coordinador de un equipo de las universidades de Zurich y California, campus de Los Angeles, y del Instituto Pavlov de San Petersburgo, han decidido enfocar la cuestión en ratas de forma sistemática. Primero seccionaron su médula, y luego probaron sobre ellas una serie de fármacos, al tiempo que les administraban corrientes eléctricas por debajo del punto en que la médula estaba seccionada.
Sus resultados muestran que esta estrategia combinada estimuló la actividad de los circuitos espinales autónomos, y que estos ritmos de actividad nerviosa indujeron en las ratas un movimiento similar al de caminar. El posterior entrenamiento diario, durante varias semanas, les permitió mejorar hasta andar soportando su propio peso -incluso de lado o marcha atrás-, y hasta correr.
Los investigadores destacan que toda esta recuperación del movimiento ocurrió sin que nuevas fibras nerviosas crecieran entre las dos partes de la médula espinal seccionada. El cerebro sigue desconectado de los músculos de las patas, y las ratas, por tanto, no pueden andar o correr por voluntad propia.
Por esta razón, en caso de que la técnica se aplicara a pacientes humanos no sería, probablemente, útil en sí misma, sino en combinación con algún tipo de dispositivo ‘neuroprotésico’ que pudiera salvar en parte la barrera a la transmisión nerviosa desde el cerebro que supone la lesión.
El tipo más avanzado de estos dispositivos experimentales son, por el momento, los cascos de electrodos que recogen la actividad cerebral y pueden permitir ejecutar movimientos ‘con la mente’, es decir, con sólo pensar en algun tipo de actividad. Llevan años probándose en monos. Algunos de estos cascos se basan en técnicas elecgtroencefalográficas, que no requieren insertar los electrodos en el cerebro.Un equipo internacional de investigadores ha podido devolver a ratas paralíticas su antigua movilidad -incluso la capacidad de correr- mediante una compleja combinación de fármacos, estimulación eléctrica y programas de ejercicio. El hallazgo, que se presenta en Nature Neuroscience (edición electrónica), indica que la regeneración de los nervios seccionados puede no ser necesaria para reaprender los movimientos.
La propia espina dorsal contiene circuitos autónomos capaces de generar los ritmos necesarios para andar. Estos mecanismos independientes del cerebro se conocen desde hace tiempo, y numerosos estudios han intentado reclutarlos para ayudar a las personas paralizadas. En algunos casos se ha podido ver un ligero movimiento de las piernas, pero insuficiente para que el paciente pueda andar.
Grégoire Courtine, coordinador de un equipo de las universidades de Zurich y California, campus de Los Angeles, y del Instituto Pavlov de San Petersburgo, han decidido enfocar la cuestión en ratas de forma sistemática. Primero seccionaron su médula, y luego probaron sobre ellas una serie de fármacos, al tiempo que les administraban corrientes eléctricas por debajo del punto en que la médula estaba seccionada.
Sus resultados muestran que esta estrategia combinada estimuló la actividad de los circuitos espinales autónomos, y que estos ritmos de actividad nerviosa indujeron en las ratas un movimiento similar al de caminar. El posterior entrenamiento diario, durante varias semanas, les permitió mejorar hasta andar soportando su propio peso -incluso de lado o marcha atrás-, y hasta correr.
Los investigadores destacan que toda esta recuperación del movimiento ocurrió sin que nuevas fibras nerviosas crecieran entre las dos partes de la médula espinal seccionada. El cerebro sigue desconectado de los músculos de las patas, y las ratas, por tanto, no pueden andar o correr por voluntad propia.
Por esta razón, en caso de que la técnica se aplicara a pacientes humanos no sería, probablemente, útil en sí misma, sino en combinación con algún tipo de dispositivo ‘neuroprotésico’ que pudiera salvar en parte la barrera a la transmisión nerviosa desde el cerebro que supone la lesión.
El tipo más avanzado de estos dispositivos experimentales son, por el momento, los cascos de electrodos que recogen la actividad cerebral y pueden permitir ejecutar movimientos ‘con la mente’, es decir, con sólo pensar en algun tipo de actividad. Llevan años probándose en monos. Algunos de estos cascos se basan en técnicas elecgtroencefalográficas, que no requieren insertar los electrodos en el cerebro.