Mientras las agujas del reloj van avanzando hacia las tres de la mañana… Mi mente no deja de darle vueltas a lo que me confesó por la mañana… Supongo que ese es el sentido de la verdadera amistad, saber que te puedes confesar con el otro y hacerle cómplice de tus secretos más íntimos, esos que no compartes con nadie, esos que intentaste enterrar con la intención de ocultarnos tras unas apariencias que tarde o temprano se caen, no por el peso de SUS proporciones sino por la fatiga que conlleva su mantenimiento…

Hoy me ha hecho pensar en aquel momento que me sonrío por primera vez, una sonrisa tan verdadera y tan pura que ilumina a todo aquel que tiene la fortuna de recibirla…

Definitivamente llevaba meses sin sonreír, poco a poco se estaba apagando y eso me tenía más que preocupada.

Espero que tras la confesión, más bien aceptación (ya que sólo se confiesan los pecados) las piedras de tu mochila pesen menos. De cualquier modo, sabes que siempre contarás con mi hombro para repartir la carga.

Solo puedo terminar la entrada de hoy rogando porque no te empeñes en ocultar tu esencia. Esa esencia que embriaga y enamora a todo aquel que te rodea. El mundo sería un lugar más gris