• Según un estudio de Rais Fundación para la Fundación Once, el 23% de las personas sin hogar tienen discapacidad, cinco veces más que la población general en edad similar

Vivir en la calle se vuelve más complicado, si cabe, cuando a los problemas de abandono familiar o falta de recursos económicos, se unen discapacidades o problemas de salud que no tienen la respuesta sanitaria ni social adecuada.

Según un estudio pionero elaborado por la Fundación RAIS para la Fundación ONCE, con una muestra de 695 personas sin hogar de la Comunidad de Madrid, casi una de cada cuatro personas que vive en la calle (el 23%) tiene algún tipo de discapacidad.

“El estudio ‘Discapacidad en el ámbito de la exclusión social’ ha demostrado que existe un círculo perverso entre discapacidad, pobreza y exclusión”, asevera Sabina Lobato, Directora de Formación y Empleo de la Fundación ONCE.

Las personas sin hogar con discapacidad son más vulnerables a sufrir situaciones de violencia, robos, insultos y agresiones sexuales y físicas
Explica Lobato que “las situaciones de discapacidad conllevan mayor precariedad y por tanto hay mayor riesgo de que la persona entre en una exclusión extrema. Y al revés, que una persona sin hogar esté en unas condiciones en cuanto a precariedad de salud, de recursos económicos, bienestar, etc., que o bien si existe una discapacidad esta se agrave, o bien, se caiga en una situación de discapacidad por las condiciones de vida precarias”.

El estudio también revela que las personas sin hogar que sufren discapacidad son más vulnerables a sufrir agresiones sexuales o físicas, robos e insultos. Vejaciones a las que se ven sometidas con frecuencia las personas que viven en la calle a diario.

A esta vulnerabilidad hay que sumar las dificultades que encuentran estas personas a la hora de acreditar su discapacidad. Según este estudio, sólo la mitad tienen el certificado que acredita su discapacidad “porque los trámites para conseguirla conlleva recabar información, citarse en un centro del INSERSO, etc. Y esto es complicado cuando no se precisa de un domicilio”, comenta Lobato.
onas que a menudo pasan desapercibidas para los transeúntes y que hacen de la calle su hogar se perpetúa. “El estudio apunta que el tiempo medio de vivir en la calle de las personas que tienen una discapacidad es de 6,5 años, frente a 3,5 años en las personas sin hogar que no tienen una discapacidad”, asegura esta responsable de la Fundación ONCE.

Por ello, el vicepresidente de la Fundación RAIS, Óscar López Maderuelo, insiste en la necesidad de analizar los mecanismos que conducen a las personas a esa situación de “severa exclusión social” cuando se unen discapacidad, pobreza y falta de hogar.

Desde el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el director de Políticas de Apoyo a la Discapacidad, Ignacio Tremiño, reconoce que hay que ser más rápidos en reaccionar frente a los problemas que sufren estas personas y durante la presentación de este estudio se comprometía a pedir «mayor sensibilidad» a la vulnerabilidad de estas personas en la tramitación de los certificados de discapacidad.

«Hay que hacer un esfuerzo para que en las nuevas contrataciones estén incluídas las personas sin hogar», asegura Tremiño
Para paliar las limitaciones del derecho a la salud a las que se enfrentan estas personas a causa de la exclusión y discriminación que sufren resulta fundamental que la administración pública y el sector de iniciativas sociales trabajen en la misma dirección, porque como recordaba Francisco José Sánchez Heras, director de Cáritas Diocesana de Málaga, durante la presentación de la campaña ‘Nadie sin salud, nadie sin hogar’, “los que viven en la calle no entran en un centro de salud, ni pegan en la puerta de las consultas”.

Más allá de la reivindicación del derecho a la salud, Sánchez Heras quiso recordar que estas personas son simplemente hombres y mujeres con dignidad y sueños a los que las circunstancias de la vida han conducido a tratar de sobrevivir en la calle.
“Es impresionante que en España, en el 2014 exista este tipo de pobreza: ver a gente en la calle que no tiene absolutamente ningún medio”, explica Blanca Camino, cofundadora de DA-t, una iniciativa que consiste en “acompañar” a cenar a las personas que viven en las calles de Madrid. “Lo llamamos ‘encuentros’. Les damos bocadillos y un caldo que preparamos previamente, y una pequeña parte de nuestro tiempo para intentar conocerles, entenderles y ayudarles dándoles nuestro apoyo y cariño que es la mejor medicina cuando alguien sufre o se siente solo”, cuenta Camino.

Esta joven puso en marcha estos “encuentros” junto con otras dos amigas bajo el convencimiento de que ellas no podían “abarcar ni cambiar la situación de las personas que viven en la calle”, pero sí que estaban convencidas de que podían “conseguir un cambio con pequeños gestos, con una actitud. De manera que si la sociedad también cambia y da pequeños pasos se puede lograr algo grande”.

Las entidades implicadas en el desarrollo del estudio ‘Discapacidad en el ámbito de la exclusión social’ coinciden con la visión de las fundadoras de DA-t. Sabina Lobato insiste en la importancia de visibilizar y sensibilizar ante esta realidad para acabar con el problema y califica de «admirable» el afán de superación de las personas con discapacidad y de aquellas que se prestaron a participar en el video de presentación del estudio. Personas con discapacidad y sin hogar, que fueron capaces, con ayuda de las organizaciones sociales a encontrar un trabajo y salir de la situación de exclusión extrema en la que vivían.

 Ver artículo original y vídeo sobre las personas con discapacidad sin hogar

Fuente Zoom Noticias