Espiral de colores– ¡Oiga! ¿Por dónde entramos al autoservicio? ¡Por aquí está cerrado!

La cajera contesta amablemente, -Está abierto por el otro lado.

Pero la cliente insiste de una forma que parece que se está enfadando, -¡Ya nos han mandado de un lado a otro y los dos están cerrados!

La cajera sin saber muy bien qué hacer busca a algún compañero que pueda dar más información, -Pedro, perdona, ¿qué pasillo del autoservicio es el que está abierto?

Pedro le señala: -Éste- y sigue con su labor.

Indica hacia el que se encontraba a la derecha de la cajera y era el mismo que antes ya le había indicado a la cliente, que cada vez estaba más impaciente y  ya casi gritando, -¡No! ¡Está cerrado!

Parecía que la señora no tenía ninguna intención de moverse de allí. Estaba tan convencida de que el pasillo estaba cerrado que volvió a preguntar, -¿Entonces por dónde paso?

Y la cajera indicándole la dirección le contestó, -Este pasillo de aquí está abierto.

-Ya hemos estado y ¡no está abierto!- insistió de nuevo la cliente.

-Perdone, está cerrado justo el que está al lado, casi pegado al que está abierto y es verdad que no se ve muy bien, pero acabo de pasar por allí- intervine sin tener muy claro si iba a aportar algo y metiéndome en una conversación ajena.  Me miró, no me contestó, pero fue hacia allí y ya pudo entrar.

Tomándome mi café reflexionaba sobre lo ocurrido, que representaba perfectamente una situación con perspectiva limitada. La señora se fijó en la parte cerrada y con eso fue suficiente para deducir que estaba cerrado, en un horario en el que debía estar abierto. Supongo que según le iban diciendo que estaba abierto y que para ella sólo existía su verdad, que estaba cerrado, porque  lo había visto, se iba limitando cada vez más y con menos probabilidades de percibir que sí estaba abierto, aunque no justo el pasillo en el que ella se había fijado. No miró, no amplió su perspectiva. STOP. Se puede querer darse cuenta de estas situaciones y cuando las detectamos: ¡STOP!

Si reflexionamos es posible que encontremos ejemplos en los que nos hemos limitado, pero eso ya pertenece al pasado.

Invito a que nos retemos a ampliar nuestra perspectiva. ¿Cómo?

Primero actuemos conscientemente, no entremos en fase de piloto automático, sólo reaccionando. Observemos cada momento, tanto a nosotros mismos como a lo que está ocurriendo alrededor. Aprendamos a interpretar nuestras señales internas, cuando algo no va bien, paremos un momento, respiremos profundamente y pensemos que está pasando.

¿Todo va como debe?

¿Me gusta que vaya así o no me gusta?

¿Cómo es que no me gusta?

¿Qué es lo que me gustaría cambiar?

Hacerse preguntas nos puede ayudar a desconectar el piloto automático y darnos cuenta de cada momento. ¡Convivamos plenamente!

Has de decidir si quieres actuar o reaccionar. Si no resuelves cómo jugarás la vida,

ella siempre lo hará contigo. (Merle Shain)

Mayte Sánchez Ballarín

Coach