La esclerosis múltiple es una enfermedad que lesiona la mielina (el “aislante” que recubre los axones que son las prolongaciones de las neuronas que transmiten las órdenes del cerebro). Esta lesión de la mielina se produce por una actividad inflamatoria desencadenada por un tipo de glóbulos blancos que se llaman linfocitos. Estos linfocitos genéticamente determinados, cuando se ponen en contacto con un componente de esta mielina, se estimulan e inician el ataque contra esta.
La mayoría de los pacientes comienzan a sufrir los síntomas entre los 20 y los 40 años, y predomina en las mujeres tres veces más que en los hombres. Cuando se inicia después de los 45 o en los hombres, la evolución suele ser peor.
Los síntomas son muy variados. Puede aparecer una pérdida de visión en un ojo (llamada neuritis óptica). Otros pacientes sufren alteraciones sensitivas como entumecimiento, acorchamiento u “hormigueo” en una extremidad o en la mitad de la cara o en la mitad del tronco, etc.. Frecuentemente también van a notar pérdida de fuerza o torpeza en el manejo de una mano o dificultad para la marcha.Estos síntomas, cuando aparecen, se denomina brote, suelen durar entre un día y un mes, para mejorar después, aunque en algunas ocasiones no se van a recuperar completamente. Para tratarlos se utilizan los corticoides a altas dosis durante un tiempo determinado.
En la actualidad tenemos fármacos que disminuyen la frecuencia de los brotes. Estos tratamientos han alterado el curso natural de la enfermedad y han mejorado de manera significativa el pronóstico. En muchas ocasiones, impiden que la discapacidad progrese y permiten que los pacientes mantengan su calidad de vida y su actividad laboral. Este tratamiento debería de ser lo más individualizado posible.
También es importante tratar los síntomas como el cansancio (síntoma muy frecuente en los pacientes con EM y además mantenido en el tiempo) y la espasticidad. La espasticidad es un síntoma común en la EM que va a producir una importante alteración no solo en el manejo de las manos, si no también en la capacidad para caminar. La alteración de la marcha es uno de los síntomas que más va a afectar a la calidad de vida de los pacientes con EM.
Para tratar la espasticidad existe una gran variedad de tratamientos. Los farmacológicos son los más empleados, pero también son muy útiles las inyecciones de toxina botulínica en músculos específicos. Este tratamiento es de muy alta efectividad para tratar la espasticidad que altera el manejo de las manos o cuando produce posturas anómalas en los miembros inferiores que dificultan la marcha.
El paciente con EM tiene que tener una relación muy fluida con su neurólogo y le debe de comentar todas sus dudas. Aunque la EM no se cura, actualmente se puede ofrecer un tratamiento que puede modificar el pronóstico, que va a impedir o retrasar la discapacidad y siempre se tendrá un tratamiento para mejorar los síntomas y la calidad de vida.
Se abre un futuro muy esperanzador, en los próximos meses y años vamos a poder utilizar nuevos tratamientos que nos van a proporcionar un tratamiento más personalizado para cada paciente con EM.
Dr. Antonio Yusta Izquierdo
Neurólogo. Unidad de daño Cerebral
Instituto de Enfermedades Neurológicas de Castilla La Manch