¡Estamos de enhorabuena! Comenzamos un nuevo año donde tenemos la gran oportunidad de “poner el reloj a cero”, de llenar la agenda de diferentes propósitos, 365 días para “hacer borrón y cuenta nueva”. Estamos entusiasmados/as porque ¡AHORA es el momento para empezar!. Bien, pues yo te propongo algo diferente, una nueva “filosofía”: 365 días para volver a equivocarte. Sí, creo que hay algo fundamental para que las cosas salgan bien y es, sencillamente, que antes hubieran salido mal.
Vivimos en una sociedad que penaliza el error. Una sociedad que inmersa en esa búsqueda constante de una teórica “perfección” condena a las personas que se equivocan. Porque en esta “sociedad del éxito” no hay margen de error, solo sobrevive el más fuerte: tenlo claro.
Pero ¿equivocarse no es de humanos? Sí, pero en esta sociedad si te equivocas serás un humano “débil”, “torpe”, “tonto” y un “fracasado”. No estoy exagerando. La “Sociedad del Éxito” utiliza sutiles fórmulas (no siempre “tan sutiles”) para embaucar a las personas a iniciar esa carrera hacia el éxito. ¿Problemas? Muchos, muchísimos. Veamos dos de ellos:
1. ¿Qué es el éxito en la “Sociedad del Éxito”? No hace falta ni una definición formal. Basta con imaginar a una o varias personas que, para la sociedad, tienen éxito. Seguramente nos estamos imaginando personas con bastante poder económico y una cierta buena imagen (acompañada con reputación o reconocimiento). Hasta aquí parece no existir “ningún problema” pero la cosa no es tan simple. Este no es el problema, los problemas llegan en ese camino hacia el éxito. Un camino lleno de obstáculos donde los condicionamientos sociales limitan (y determinan) las posibilidades de tener ese tipo de éxito. Por ejemplo, las barreras de una sociedad que impiden el desarrollo personal y profesional de una persona con discapacidad. Por ejemplo, el diseño e implementación de ciertas políticas públicas que (re)producen la desigualdad de ciertos colectivos “etiquetados” como “desfavorecidos” o “en riesgo de exclusión” (y sí, ¿casualidades?, también se encuentra la –discapacidad-). Por ejemplo, las dinámicas sociales o -relaciones de poder- donde personas de esos “colectivos desfavorecidos” son expuestas como sujetos de caridad, beneficencia o, en el mejor de los casos, son ayudadas “gracias a la solidaridad” de las personas que no pertenecen a esos “grupos desfavorecidos”.
Por tanto, la “Sociedad del Éxito” va creando una serie de sesgos y atribuciones negativas a las personas que no van cumpliendo las diferentes etapas en ese camino para alcanzar aquello que llaman “éxito”. De esta manera (o muy influenciado por esto) se va creando una percepción social de los distintos colectivos donde las “reglas del juego” de esta sociedad valora y premia a los “triunfadores” y margina e infravalora a quienes no logran lo que la mayoría de los miembros de la sociedad esperan alcanzar: el éxito.
2. La “Sociedad del Éxito” se cimienta bajo la “cultura del éxito”. Una “cultura”
cuyos principios son de carácter, principalmente, individualistas. Por ejemplo, el auge de la autoayuda, la auto-imagen y la auto-motivación: “Si quieres, puedes”, “Si quieres algo, trabaja duro”, “con ganas los sueños se cumplen” y un largo etcétera que refuerzan la necesaria autoestima de las personas pero que, a su vez, asumen un peligroso dogma: si caes o no lo logras no hay excusas, la culpa es tuya. Por tanto lo que en un principio parece una ineludible motivación para un nuevo espacio de posibilidades esconde una delicada motivación de logro y de poder (de éxito).
Lo hemos dicho antes y en otras entradas: La vida de una persona no se construye exclusivamente de los resultados de nuestro propio esfuerzo. Algunos resultados, y a veces los más importantes, son el efecto deseado y no deseado de acciones colectivas. Acciones cuyo resultado final puede ser totalmente opuesto a lo que esperábamos obtener en un principio. Y el problema se agrava con esta cultura individualista: Tú que todo lo puedes y no has hecho nada para remediarlo.
Y aquí es donde entra en juego “Tú segunda oportunidad” y esa idea que a principios de año suena con más fuerza en nuestra cabeza: “Tú puedes con todo”.
Bien, recuerda que comenzaba este post planteándote una nueva “filosofía”. Una alternativa a las reglas de esta “Sociedad del Éxito”. Una opción para que en ese camino al tan deseado “éxito” no tengamos que estar obligados a olvidarnos del camino que vamos recorriendo ni de la gente que nos acompaña en ese camino. Porque si es importante creer en uno mismo para avanzar también lo es creer en los demás para que cuando aparezcan las dificultades (que aparecerán) puedas contar con los demás para avanzar.
Por supuesto, tienes que ser optimista para que las cosas puedan ir bien, trabajar duro y darlo todo para tener mayores posibilidades de conseguir aquello que quieres…pero también tienes que ser prudente. Porque el esfuerzo, por si solo y de uno solo, aunque es necesario, no es suficiente para cambiar situaciones de exclusión que condicionan y limitan la vida de las personas. Si hablamos de “Discapacidad y Sociedad”, la realidad actual es que el colectivo, de manera global, es objeto de discriminación, de aislamiento y de fuertes restricciones sociales. Por eso, las voces de la discapacidad tienen que estar unidas para romper los estereotipos y desarrollar ideas alternativas que reconozcan la discapacidad como una cuestión de derechos humanos. Al fin y al cabo, cuando decimos que la discapacidad es social no estamos negando los aspectos individuales ni médicos de ciertas discapacidades. Lo que estamos es queriendo reforzar la representatividad y la unión de la diversidad en un colectivo o grupo donde se le reconozca el valor como ciudadanía y no simples receptores de la buena voluntad de otras personas que no pertenecen al colectivo “desfavorecido” y están avanzando en lo que la sociedad llama “éxito”.
En cierta menara nuestra vida no es solo nuestra. Como hemos visto, con nuestra vida tenemos la oportunidad de contribuir a cambiar positivamente la vida de otras personas. Si ese es tu éxito, no importa las veces que te equivoques, ni en lo que te equivoques. Asume riesgos y equivócate todas las veces que puedas para así experimentar, crecer…vivir
Entonces ¿cuál es nuestro propósito de año nuevo?
La vida es demasiado importante como para no equivocarse nunca…
Jesús Muyor Rodríguez
Profesor en el Grado de Trabajo Social de la Universidad de Almería.
Director de Innovación, Comunicación y Desarrollo de FAAM Almería.
Twitter de Jesús Muyor
Facebook de Jesús Muyor