De las personaFoto del autor: jesus muyors se dice que somos  seres sociales desde que nacemos. Aunque también se dice que somos humanos y a veces tenemos poca o ninguna humanidad. Pero es cierto: estamos destinados a vivir en un mundo social. Y esta afirmación nos daría para mucho si empezáramos a comentar todo el proceso de socialización y las diferentes perspectivas teóricas que múltiples autores se han dedicado a investigar a lo largo de sus trayectorias. Pero hoy voy a intentar no aburrir demasiado ¡aunque no lo puedo asegurar!

La vida social es mucho más que la vida en sociedad. Nosotros podemos estar rodeados de personas que interactúan, comparten conductas, normas…incluso participamos como elementos de ese entramado de procesos pero sin llegar a tener una vida social. Pero ¿cómo? Voy con ello:

Las personas con discapacidad, uno de los colectivos con mayor desigualdad debido a los obstáculos, barreras y discriminaciones que la sociedad pone a la hora de acceder a los diversas esferas de la vida (laboral, educativa, ocio, sexual…), forman parte de la estructura que configura el sistema social. Digamos que forman parte de la vida. El problema es que formar parte y ser parte son dos aspectos muy diferentes.

cartel en inglés que pone "vida social próxima salida"Lamentablemente y absurdamente los poderes públicos entienden a las personas con discapacidad exclusivamente como un grupo “desfavorecido”. Y eso, entre muchas otras cosas, tiene un problema principal: La etiqueta de “exclusión”. Es como un ineludible efecto secundario de formar parte de este entramado (y ridícula) forma de intervenir desde los “sistemas de protección” como los Servicios Sociales. Sí, desde los Servicios Sociales etiquetamos a las personas, grupos o comunidades para poder articular los diferentes servicios, recursos o prestaciones a los que se tendrá acceso dependiendo de esa “etiqueta”. Bueno, puede que lo esté simplificando mucho pero…un diagnóstico profesional (por ejemplo la valoración de la discapacidad y/o dependencia) que debe filtrarse a través de un determinado grado (de discapacidad y/o dependencia) para acceder a unos recursos u otros ¿no es una manera de etiquetar? Es que a veces me da qué pensar…Y parece que nuestro juicio profesional al final se reduce a otorgar a la persona una serie de puntos para que puedan acceder a servicios…Como si le diéramos diferentes puntos para poder canjear en el catálogo de la gasolinera los productos. Y lo mismo ocurre en otros colectivos que puedas pensar que forman parte de los Servicios Sociales… Pero insisto, volveré a exagerar…  Pero si eres profesional, por lo menos, hay que “darle una pensá” (es una expresión andaluza que quiere decir que reflexionemos…)

Pero volvamos a las “etiquetas”. Estas etiquetas además de darte la posibilidad de acceder a servicios/recursos/prestaciones te posicionan en un orden y con un papel dentro de la “vida social” en la que nos encontramos. Un papel que ya conocemos bien: “desfavorecidos”, “discriminados”, “discapacitados”, “minusválidos”, “deficientes”, “enfermos”…En cualquier caso un papel que las propias personas con discapacidad no han elegido representar y que les sitúa atrás del escenario de la vida social, es decir, en una posición social desfavorable.  Y esa posición no responde a un orden o clasificación natural de las personas o colectivos. Responde a intereses concretos y una forma muy particular de ordenar la sociedad y repartir los papeles principales de la película. Pero además ¡Es que las personas con discapacidad no han pedido estar ahí!

Y “sin el consentimiento” de las propias personas con discapacidad, te encuentras que formas parte de una estructura social en la que estás más allá de la frontera de la inclusión. En una forma de existencia relegada a la actividad de la separación o segregación ¿Y esto qué quiere decir?

Básicamente, y drásticamente, que los poderes públicos se articulan para desarrollar toda una red de servicios y recursos especializados para que las personas con discapacidad puedan tener una integración social.

¿Y qué hay de malo? …NADA. Nada si no quieres tener una vida social. Es fácil entenderlo: Si a estos recursos sólo accedes teniendo discapacidad y sólo son para las personas con discapacidad, las personas con discapacidad sólo se relacionarán, en el mayor de las casos, con las mismas personas con discapacidad y con alguna persona sin discapacidad (que generalmente será un profesional). Y esto tiene un nombre claro “segregación”. Sí, se están creando y potenciando espacios segregados de uso exclusivo y excluyente para las personas con discapacidad. “Todo un mundo” para las personas con discapacidad que más allá de la promesa de la rehabilitación personal y la integración social, limita, dificulta y obstaculiza una verdadera convivencia entre los seres humanos.

¿Exagero?

Estudios en nuestro país recogen que 7 de cada 10 personas con discapacidad declaran tener poca o ninguna posibilidad de establecer amistades. En una reciente tesis doctoral publicada en octubre de 2015 se refleja que la principal actividad de ocio de las personas con discapacidad es ver la televisión solos. Y si realizan alguna actividad acompañados, más del 81% lo hace sólo en compañía de su familia. El otro % corresponde fundamentalmente a actividades organizadas y en compañía de otras personas con discapacidad.

dibujo de personas con y sin discapacidad

Esta situación no mejora con el tiempo ni está cambiando. Y es que vivir bajo los comportamientos excluyentes, que antes explicábamos, generan actitudes de rechazo e incomprensión ante el verdadero potencial y valor de las personas con discapacidad. Y estos comportamientos se cosifican y “normalizan” en reglas sociales donde el amigo, el vecino, el compañero, el padre o la madre ven, y seguirán viendo, a las personas con discapacidad como población “desfavorecida” a la que, en el mejor de los casos, habrá que “ayudar”. Sin embargo, tú como yo luchamos, y seguiremos luchando, para que las propias personas con discapacidad sean simplemente el amigo, el vecino, el compañero, el padre o la madre. Sin más etiquetas, porque ese será el papel que nos confirme que las personas con discapacidad, verdaderamente, tienen una vida social.

Jesús Muyor Rodríguez

Profesor en el Grado de Trabajo Social de la Universidad de Almería.

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Imagen 2 de http://becomenomad.com/construyendo-una-vida-social-al-viajar-con-quien/

Imagen 3 de http://cli-as.org/discapacidad-en-la-vida-social-cultural-y-politica/