Ciertos tipos de discapacidad, intelectuales y motoras, muchas veces se acompañan de afasias que son dificultades en el habla ya sean en la locución o en la articulación, como es el caso de la disartria, que a muchas personas con PCI nos acompaña.
Estas dificultades en el habla, en ocasiones pueden enlentecer la comunicación, ya sea por hipertonía (tensión muscular) o hipotonía (flacidez muscular) a nivel buco-muscular, debido a la espasticidad o, en el caso de la disartria, hacer más difícil la vocalización y, por lo tanto, cuesta más entender a la persona con este tipo de afasia.
Todo ello, hace necesario más tiempo en nuestra comunicación. Tiempo que muchas veces apremia con el ritmo de vida de nuestra sociedad. Lo que promueve actitudes por parte del receptor que pueden distorsionar el mensaje de la persona con discapacidad como:
- Tender a acabar las frases de la persona.
- Asentar sin haber entendido el mensaje. Decir “si, si.” sin haberlo entendido hace que las personas con afasia nos percatemos, pero no tengamos la opción de repetirlo para que el receptor lo entienda.
- Adelantarse a lo que la persona va a decir.
- O directamente decir a la persona que no hable porque no la vas a entender.
Estas actitudes son negativas tanto para el receptor (la persona que escucha) como para el emisor (la persona que quiere transmitir un mensaje), que dificultan a la vez una comunicación bidireccional. Pues conllevan pensamientos y sentimientos que no facilitan la mejora comunicativa.
Dado que, por un lado, estas actitudes por parte del receptor pueden ser debidas a:
- Falta de tiempo o impaciencia.
- Miedo a pedir que la persona repita el mensaje.
- Verse incapaz de entender a la persona.
- Creer que como la persona habla mal, ya no sabe lo que dice.
- O simplemente adelantarse para que la persona no se tenga que esforzar.
Y todo ello, en vez de ser un beneficio para la persona con afasia, puede ser cuna de sentimientos no favorables para esa persona, ya que puede sentirse:
- Frustrada de no tener tiempo de expresarse.
- Incomprendida porque al anticiparse el receptor, no capta el mensaje que la persona quiere decir.
- No aceptada si el receptor no le da el tiempo que necesita para expresarse.
A la vez, estos sentimientos pueden promover en la persona con discapacidad:
- Baja autoestima al no sentirse escuchada.
- Impotencia al no darle la oportunidad de repetir.
- Introversión y tender a cerrarse en ella misma por miedo a no ser escuchada o entendida.
- O incluso puede llevar a depresión.
Pero todo ello se puede evitar. ¿Cómo? En el artículo “Comunicación diversa” ya doy algunas pautas, pero lo más importante es:
- Dejar el tiempo necesario para que la persona se exprese.
- No anticiparse.
- Hacérselo repetir tantas veces como sea necesario.
- Eliminar perjuicios cuando se ve que la persona no tiene un habla clara.
Porque la diversidad es muy amplia, pero la vida corta. No dejes para mañana lo que puedas entender hoy.
Vanessa Fuentes
Psicóloga, integradora social, formadora y tecnopedagoga
Foto 2 extraida de https://pixabay.com/es/oreja-aurícula-escuchar-oyentes-2973126/