Está es una de las preguntas que se hacen los padres o familiares al cuidado de un infante con discapacidad física en etapa de escolarizar, cuando ya llevan un bagaje de médicos, diagnósticos, pruebas y rehabilitación precoz si hemos nacido con una diversidad funcional.
A ese camino de fases de adaptación y asimilación por el que pasa la familia del niño con discapacidad motriz, se le añade el tener que elegir cual es el camino educativo mejor para él.
Pero, en general, ¿hay un camino educativo mejor qué otro?
Aunque en la actualidad se multiplica el fomento de la escuela inclusiva, no se debe generalizar la elección de esta o la otra, ni descartar la dualidad de ambas, es decir, la escolarización compartida. Pues cada niño/a es diferente, así como sus necesidades.
Es por ello que, para una oportuna elección, se debe tener en cuenta:
- El grado y tipo de discapacidad.
- La evolución psicomotriz.
- La situación socioeconómica y cultural de la familia,
- La situación sociocultural de donde se reside, (no hay los mismos recursos en una ciudad que un pueblo).
- Es conveniente realizar una evaluación multidisciplinar, incluyendo a la familia, para determinar que es mejor para cada niño/a.
Esta elección debe intentar cubrir necesidades:
- De ritmo de aprendizaje.
- De adaptación curricular (si se da el caso).
- De estimulación y motivación.
- De socialización entre iguales.
- De supresión de barreras arquitectónicas.
- De ayudas técnicas…
Así mismo, como he comentado, no es que haya una modalidad de escolaridad mejor que otra. A mi modo de ver, para algunos casos, se pueden complementar, ya que:
La escuela especial ofrece:
- Recursos asistenciales.
- Equipos de rehabilitación.
- Ayudas y adaptaciones técnicas.
- Pedagogías alternativas para los grados de discapacidad severa.
Y la escuela ordinaria o inclusiva ofrece:
- Seguir la formación ordinaria (con adaptación curricular si es oportuno).
- Apoyo en el ritmo de aprendizaje en la medida de lo posible.
- Apoyos asistenciales unas horas determinadas (sólo en la etapa obligatoria).
- Un entorno inclusivo y un enriquecimiento mutuo entre iguales.
Por lo que, aunque se tiende y se debe tender hacia la escuela inclusiva, ante todo se ha de priorizar el bienestar y necesidades del alumno. Abogando por el aumento de recursos en la educación ordinaria ayudada y asesorada por la hasta ahora escuela especial, que con ese fin, está empezando a dar un giro y modelándose para pasar a centros de recursos para la inclusiva. Puesto que ya en España, el 80% de los niños con necesidades educativas especiales están integrados en el sistema ordinario escolar, mientras que solo el 20% restante se encuentra en centros de educación especial (dato del diario ABC a 14/09/2018).
Con este fomento de recursos se debe perseguir el aumento de bienestar del infante en el ámbito:
- Emocional, sintiéndose uno más.
- De aprendizaje, ajustándolo a su ritmo y a sus necesidades.
- Y asistencial, proporcionándole los recursos oportunos.
Porque la diversidad yace de la peculiaridad de necesidades y capacidades, así como de la amplitud de opciones y recursos que abran oportunidades a cada infante, sea cual sea su condición funcional.
Vanessa Fuentes
Psicóloga, integradora social, formadora y tecnopedagoga
Web PsicoVan: http://psicovan.hol.es/