Foto Claudia TecglenLa vida de la mayoría de las personas es rutinaria nos instalamos en lo que se conoce como “zona de confort”, esto es, todas las situaciones buenas y malas a las que estamos acostumbrados y cuya gestión no nos supone ningún sobresalto. Sin embargo, la ausencia de sobresaltos no es sinónimo de felicidad. Como ya hemos dicho en otras ocasiones ¿Por qué conformarnos con una vida normal si podemos construir una vida feliz?

Las personas que salen de su zona de confort tienen mayor probabilidad de experimentar un gran bienestar y ser más felices.

Algunos de los beneficios de salir de atreverse a salir de nuestra zona de confort son:

Cambios a nivel cerebral. El exceso de rutina genera glutamato y cortisol lo que hace que se incremente la muerte de neuronas y se reduzca nuestra capacidad cognitiva y atencional, entre otras cuestiones. Por el contrario, realizar cosas nuevas facilita nuevas y mayores conexiones cerebrales, aumenta nuestra creatividad, amplía nuestra visión etc.

Desarrollar y descubrir habilidades y capacidades que desconocías. ¡Quién no prueba no conoce! El enfrentarnos a ambientes y situaciones diferentes nos hace utilizar nuevos recursos que no usamos en el día a día. Pero, cuando algo cambia nos tenemos que esforzar y ese es el cultivo perfecto para conocerse mejor a uno mismo.

Aumentará nuestra autoestima y nuestra confianza. Al ir comprobando que vamos superando retos que hasta entonces nos parecían imposibles, nos sentiremos más capaces y más seguros de nosotros mismos.

Foto de unas manos

Tendremos una vida más plena y se fortalecerán nuestras relaciones sociales. Todo lo anterior, juntos con otros factores nos facilita en muchas ocasiones mejores habilidades sociales y mayores oportunidades para entrenarlas.

Vivirás más el presente y no te castigarás tanto por el pasado y/o preocuparas por el futuro. Quizás, una de las mayores enemigas de nuestro bienestar y nuestra felicidad sea nuestra propia mente que, a veces se pone en modo torturador y, no deja de rumiar sobre el pasado y preocuparse por el futuro. La mejor manera de poner fin a la tortura es “vivir el presente” esto que está tan de moda en la psicología positiva, el mindfulness y la filosofía oriental no es nada sencillo, cuando te ocupas de nuevos desafíos y das el paso de salir de tu “zona de confort” no te quedará más energía para torturarte.

Pero, ¿las personas con discapacidad y nuestras familias podemos salir de la zona de confort? Por supuesto, que sí.

¿Y cómo lo hacemos? Se trata de ir asumiendo pequeños grandes retos. Estos pueden ser: sociales, académicos, deportivos o físicos, entre otros.

¡Todo está permitido! Todo comienza por la motivación y el primer paso ¿Te atreves?

 

Claudia Tecglen

Presidenta de Convives con Espasticidad y Psicóloga
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www.claudiatecglen.com