foto autoraA menudo cuesta escribir con objetividad sobre algo que sueles vivir en primera persona. Y este es uno de esos temas en que puedes entender el motivo, pero te cuesta aceptar la razón.

Puesto que, con frecuencia, las personas con discapacidad física que vamos con silla de ruedas, nos encontramos con que, cuando entramos a un sitio para, por ejemplo, realizar una gestión, en el momento de entrar nos convertimos en el foco de atención. De repente todo el mundo nos mira. Pero en cuanto nos acercamos al mostrador, nos volvemos invisibles y el que nos tiene que atender se dirige a la persona que nos acompaña, incluso evitando la mirada hacia nosotros.

Personalmente, me ha pasado muchas veces, pero recientemente he ido a realizar gestiones con cita a mi nombre, han pedido el DNI a mi acompañante, obviamente como la cita estaba a mi nombre en una oficina del ayuntamiento, lo he dado yo y el receptor ha seguido dirigiéndose a mi acompañante, incluso en esta ocasión, daba por sentado que yo estaba incapacitada, cuando en todo momento hablaba a través de mi acompañante y ésta, junto conmigo, insistíamos en que no estaba incapacitada y que tenía estudios superiores. Debo decir qué en esa ocasión, la gestión fue efímera, no nos ayudó en nada y encima me fui sin conseguir que ni tan siquiera me mirara.

Foto de una silla de ruedasPero esto pasa tan a menudo, como cuando vamos a pasar la vivencia al banco porque percibimos una pensión o vamos a realizar una gestión bancaria y no hay manera de que se dirijan a nosotros. Es curioso porque la que vengo a informar que sigo viva o a hacer la gestión soy yo, no mi acompañante.

Estoy segura que a muchos de los que estáis leyendo este artículo, os habéis encontrado en situaciones similares. ¿Y por qué pasa esto? ¿Por qué de primeras nos parece que nos mira todo el mundo y luego nos sentimos ignorados?

Tiene una respuesta sencilla, lógica y que siempre suele ser la misma:

  • En primer lugar, la diferencia siempre impacta, por eso nos miran. Pero eso es un hecho natural, innato del ser humano. De hecho, nosotros mismos, personas con discapacidad, si vemos a alguien que viste de forma no habitual, por ejemplo, instintivamente también la miramos. ¡Confesarlo!
  • Por otro lado, que no nos miren o no se atrevan a dirigirse a nosotros, no considero que lo hagan para ignorarnos o evitarnos. Más bien creo que se genera esa actitud como mecanismo de defensa ante el temor de no saber como actuar o interpretar con nosotros. Y todo por una sencilla razón: la falta de información sobre la diversidad funcional.

¿Y cómo debemos actuar nosotros en estas situaciones? Con naturalidad, haciéndonos visibles con claves como:

  • Teniendo paciencia.
  • Explicando nuestra discapacidad, si es necesario.
  • Informando que somos nosotros quienes vamos a hacer la gestión.
  • Repitiendo las cosas las veces que hagan falta.
  • Insistiendo que se dirijan a nosotros.
  • No ofendiéndonos ante el desconocimiento, informando.

Porque nadie nace aprendido y la diversidad enriquece en tanto en cuando nos demos la oportunidad de presentarnos de forma reciproca.

Vanessa Fuentes
Psicóloga, integradora social, formadora y tecnopedagoga
Web PsicoVan: http://psicovan.hol.es/