Muchas personas nos trasmiten en su día a día el bienestar que les proporcionan sus mascotas, especialmente sus perros. Desde Convives con Espasticidad queremos aprivechar este artículo para no sólo dar a conocer los beneficios que nos proporciona la compañia de nuestros fieles amigos sino para pedir tolerancia 0 contra el abandono animal.
Los humanos somos seres sociales, por lo tanto, nuestra primera y más principal necesidad vital es la comunicación. Siempre que un problema nos angustia, la primera medida de afrontamiento es echarlo fuera, comunicárselo a alguien. Y el mejor “escuchador”, no tiene que hablar, mejor dicho, no necesita ni saber hablar. Lo que sí es imprescindible es que nos mire a los ojos, nos escuche, que no nos corte el discurso, no diga nada. Que solo con mirarnos nos “huela” que estamos tristes, que algo nos pasa. Y entonces se acurruque a nuestro lado y nos dé compañía silenciosa pero llena de afecto. Nuestro amigo está disponible las 24 horas del día y siempre que llegamos a casa, nos recibe con alegría. Sea la hora que sea y lleguemos cómo lleguemos. Siempre sin un reproche, siempre alegre. Esta amistad del perro y el hombre viene de hace más de 10.000 años, de antes del paleolítico, cuando éramos recolectores y cazadores. Éramos «socios colaboradores» en la caza, nos juntábamos para acorralar a las fieras. Después nos repartíamos el botín. Nuestro cerebro evolucionó, domesticamos animales para alimento y trabajo. Nos dimos cuenta que enterrando granos de cereales, si esperábamos en ese sitio, a los pocos meses crecía el trigo. Nos hicimos sedentarios. Empezamos a tener excedentes de comida que tirábamos y comían nuestros amigos que se quedaban merodeando por nuestros poblados. De todas las razas se quedaron los más serviciales, los más dóciles, los más empáticos y simpáticos. Los otros, más fieros, se marcharon. Andan por ahí como lobos. A los más amables les invitamos a pasar dentro del poblado y descubrimos una nueva relación: la amistad, la compañía, el guardián que ahuyentaba con sus ladridos a las fieras, el pastor que protegía al rebaño, el nuevo cazador que “levantaba” la pieza que nosotros rematábamos con nuestras nuevas y arrojadizas armas, ya de metal. Y desde entonces, hasta hoy. Nos acompaña y nos anima. Tu fiel amigo es el mejor antidepresivo. Por muy pocas ganas que tengas de salir, nadie como él te anima a dar un paseo. ¡Insuperable para motivar!
Consigue, algo inaudito: primero la acción (el paseo, el movimiento, con perdón, mover el culo “motivare” y después la emoción positiva, el sentirse mejor tras el paseo) Y nadie como el para introducirte en conversaciones, aunque por tu “depre” o tu problema no te apetezca hablar ni con tu padre. Varios estudios han demostrado, algo que puedes comprobar: si un desconocido se te acerca por un parque para preguntarte o decirte algo, si viene acompañado de un perro, tiene más posibilidades de que entables conversación con él que si viene sólo. Y si el perro es de aspecto pacífico, más fácil lo tiene. Y si el perro es un cachorro, difícilmente te resistirías a su pregunta.
Nuestro amigo es más que amigo. Es como uno más de la familia. Y de esto doy fe por los casos que he visto y tratado por la muerte del fiel compañero. La terapia para este dolorosísimo duelo ni su abordaje psicofarmacológico difiere del tratamiento del duelo humano. Incluso este duelo es más doloroso por incomprendido por los amigos o familiares que no tienen perro en casa. De hecho, la frase que más les duele es el inadecuado consejo: ”No entiendo cómo estás así… si tan sólo es un perro”.
La importancia y profundidad del apego fiel con nuestro amigo es tal, que la misma experiencia he tenido en el tratamiento con parejas divorciadas. El perro no sólo se convierte en centro de disputas hasta que se pacta un régimen de visitas, sino que incluso sufre las consecuencias de la ruptura como lo sufren los hijos. Se muestra más triste, menos juguetón y su mirada lo dice todo. El perro es una figura central para la formación y equilibrio de la pareja. Por mi experiencia en terapia con parejas y en mi libro. “La ITV del noviazgo, compatibilidad de la pareja”, recomiendo, en esa evaluación y búsqueda de la persona compatible, que el que tenga perro, por favor, no deje de “tantear” la actitud del compañero/a hacia este fidelísimo amigo. Si no acepta a tu perro, no te va aceptar a ti nunca, que lo sepas. Además, perdería una oportunidad de educar a vuestros futuros hijos en la responsabilidad de cuidarle. Buen inicio educativo para fomentar y enseñar aprendizajes básicos en los hijos: responsabilidad y colaboración en la familia. Hasta en eso, el mejor doctor y el mejor psicólogo, tu perro.
Dr. Darío Fernández Delgado
Médico de familia, psicólogo clínico y logopeda
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