Desde la Asociación tenemos varios usuarios que se quejan de dolor mandibular, la espasticidad se incrementa con el estrés diario y puede afectar a los músculos mandibulares. En este artículo Miguel Martinez, fisioterapeuta nos explica: qué es, qué problemas nos puede generar, cómo tratarlo etc. Un dolor frecuente y en ocasiones muy limitante que no siempre recibe la atención que merece.
Los problemas mandibulares son muy frecuentes en nuestro día a día, siendo éstos menospreciados por las personas que lo padecen e incluso, en algunas ocasiones, por los propios profesionales sanitarios.
Este tipo de disfunciones es más habitual de lo que se piensa, pues un 25% de personas lo padecen a lo largo de su vida, siendo más prevalentes en mujeres que en hombres. Sin embargo, únicamente entre el 10 y el 20% de estas personas reciben tratamiento. Este hecho nos lleva a plantearnos tres preguntas:
¿Cómo nos afectan estos problemas en nuestro día a día?
La mandíbula interviene en funciones tan importantes como la comunicación; a través del habla, en la nutrición; a través de la masticación y la deglución, y participa en la respiración, permitiendo la entrada y salida constante de aire en nuestro organismo. Además, es una fuente importante de información, estando íntimamente ligada a nuestro sistema nervioso y dotada de gran cantidad de neurorreceptores, por lo que cualquier alteración puede provocar diversos síntomas, tanto en la propia articulación como en estructuras circundantes.
¿Qué nos puede generar una disfunción de esta articulación?
Se trata de una estructura de gran complejidad: su musculatura actúa en un estado de equilibrio para su correcto funcionamiento, por lo que cualquier alteración puede provocar síntomas como sonidos articulares, mayor desgaste de las piezas dentarias, limitación de la movilidad y dolor.
El desgaste de las piezas dentarias se ha relacionado con un aumento del dolor. Por su parte, una limitación en la movilidad influirá en acciones tan importantes como la masticación y la articulación de las palabras. Por último, los dolores generados pueden extenderse por la boca, los oídos, el cuello, dolor de hombro y dolor de cabeza, aunque en muchas ocasiones no seamos conscientes de que el origen del dolor sea nuestra propia mandíbula.
¿Cómo podemos tratarla?
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida y restaurar las funciones alteradas, debido a la complejidad de tratamiento, en muchos de los casos es preciso un abordaje interdisciplinar.
Los médicos podrán ayudar a la persona a través de la farmacología para regular el dolor intenso y, aunque en un principio se recomienda realizar un tratamiento conservador, en ocasiones será preciso recurrir a la cirugía. Los fisioterapeutas emplearán la reeducación, la terapia manual y el ejercicio terapéutico entre otros medios con el objetivo de estimular los sistemas propios de recuperación de nuestro organismo e informarnos de los medios físicos disponibles que favorezcan la vuelta a un estado de bienestar. Se ha demostrado la relación del estrés emocional como causa de problemas mandibulares, por lo que la psicología puede ser una herramienta muy útil a la hora de afrontar las situaciones que nos estén generando este problema. Por su parte, los odontólogos realizarán un tratamiento de las piezas dentarias afectadas (causantes en ocasiones del dolor) y realizar una prevención de las estructuras bucales que pudieran verse comprometidas en un futuro. Por su parte, los logopedas y terapeutas ocupacionales también tienen un papel fundamental en el tratamiento según el caso.
En cualquier caso, los profesionales nombrados podrán responder sus dudas y derivar al experto que considere oportuno para encontrar el mejor tratamiento posible.
Miguel Martínez del Río
Fisioterapeuta