La espasticidad y la distonía son dos alteraciones totalmente diferentes, tanto en la clínica, como en sus causas y en su tratamiento. En algunas ocasiones pueden aparecer en el mismo paciente y en diferentes localizaciones del cuerpo.
Ya hablamos en un artículo anterior, que la espasticidad es el aumento del tono muscular producido por una lesión localizada en determinados lugares del cerebro y/o de la médula espinal. En su conjunto estas zonas que la producen se denomina sistema piramidal. Este sistema es el encargado de llevar la orden desde el cerebro, a través de la médula espinal, y de aquí por los nervios, a los músculos para que se contraigan y ejecuten el movimiento.
La espasticidad siempre va a ir asociada a debilidad más o menos importante y, si es muy intensa, se puede acompañar de dolor en el músculo afectado. Una de las características de la espasticidad es que el tono muscular que está aumentado, va a disminuir si aumentamos la velocidad con que movemos pasivamente la articulación.
Las causas son muy variadas, desde la falta de oxígeno durante el parto (hipoxia perinatal, hasta un ictus, traumatismos en el cerebro o la médula espinal u otras enfermedades como la esclerosis múltiple, etc.
El tratamiento va a variar si la espasticidad es generalizada o si solo afecta a un grupo pequeño de músculos. Si es generalizada se tratará con fármacos por vía oral o con una bomba de perfusión de baclofen, que libera de manera continua este fármaco en una zona del cerebro (los ventrículos cerebrales). Si el grupo de músculos espásticos es pequeño el tratamiento ideal es con la inyección de toxina botulínica en estos.
La distonía es una alteración del control del movimiento. En estos pacientes un grupo de músculos, más o menos numeroso; se contraen de manera continua, provocando una postura anormal de la mano, un pie, una de las extremidades, del cuello, del tronco, etc. Esta contracción es involuntaria (el paciente no tiene control consciente). Cuando es muy mantenida puede producir dolor e incluso deformar la articulación que mueve los músculos implicados.
Esto se produce por lesiones o alteración de la función (en ocasiones no se puede ver ninguna lesión estructural del cerebro) en otro lugar diferente en el que cuando se produce la espasticidad. Esta alteración se localiza en el llamado sistema extrapiramidal, en los llamados ganglios de la base del cerebro.
La causa también es muy variada. En niños suelen ser por alteraciones genéticas y suele haber familiares afectados por la misma enfermedad. También pueden aparecer en el seno de otras enfermedades neurológicas mucho más graves que impiden un desarrollo normal del niño. En personas de más edad pueden encontrase lesiones en los ganglios de la base referidos anteriormente como malformaciones vasculares, infartos, tumores, etc.
El tratamiento difiere del de la espasticidad, cuando esta distonía es generalizada. Sin embargo, cuando la distonía abarca a un número pequeño de músculos, también se puede emplear la toxina botulínica. Este último tratamiento da excelentes resultados en pacientes mayores que sufren una distonía en los párpados (no los pueden abrir bien o se les cierra constantemente (blefaroespasmo). También producen una mejoría importante en la distonía de los músculos del cuello (torticolis), que aparece en edades medias de la vida.
Diferenciar espasticidad y distonía suele ser fácil para un neurólogo. Este especialista examinará al paciente y realizará las pruebas adecuadas para el correcto diagnóstico de una u otra, así como establecerá las causas y propondrá el tratamiento más apropiado para el paciente.
Dr. Antomio Yusta Izquierdo
Jefe de Neurología Hospital Universitario de Guadalajara
Unidad de Daño Cerebral del Instituto de Enfermedades Neurológicas de Castilla La Mancha
Profesor de Neurología. Facultad de Medicina. Universidad de Alcalá