Este artículo va a ser algo diferente ya que compartiré cuestiones muy personales. Sin embargo, creo que son necesarias. Está de moda la humanización del Sistema Sanitario, un concepto tan necesario como antiguo. Hipócrates hablaba de la importancia de la relación con el enfermo, del «arte de curar». En una época donde los avances de la medicina son innegables es necesario destacar que ese arte es imprescindible. Un arte en el que la belleza, en este caso, la adherencia al tratamiento necesita como paso obligado la humanidad.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a tratamientos? Tratamientos, terapias son procesos que tiene que seguir una persona y muchas veces con ella su familia para recuperar o mejorar su estado de salud o funcionalidad. Las personas con algún tipo de discapacidad suelen ser varios los tratamientos y muchos de ellos crónicos.
¿De qué no hablamos cuando nos referimos a los tratamientos?
- Del miedo que generan. La incertidumbre es la peor enemiga contra la psique, los seremos humanos estamos programados para controlarlo todo, o al menos para creernos esa gran mentira… Lo cierto es que, con el paso de los años te das cuenta que lo único que puedes controlar, al menos en parte, es tu actitud ante las adversidades.
- Del tiempo y la energía que consumen. Para tener una buena salud o la mejor funcionalidad posible para muchos de nosotros la agenda se llena de sesiones de fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia, cirugías…Y quien se lo puede llegar a permitir y repara en que la auténtica felicidad está en la mente de sesiones de psicología. Compatibilizar esto con una vida activa y plena resulta una prueba de fuego para nuestra resiliencia y nuestra capacidad de gestionar el tiempo, ¿No creéis?
- Agotamiento físico y emocional, nuestro y de nuestras familias. La hazaña de cuadrar agendas, las falsas expectativas, los avances y retrocesos… están a la orden del día. Vivir y convivir con la discapacidad se convierte en muchas épocas en una montaña rusa emocional.
¿Qué es lo que puede aliviar el vértigo de esta montaña?
Según mi experiencia:
- Tener una actitud proactiva. ¡La mayor victoria es no rendirse!
- Rodearse de gente querida.
- Tener metas y sueños realistas.
- La humanidad. Cuando hablamos de tratamientos hablamos de personas, y no de muñecos. Los pacientes somos personas, las familias somos personas y los profesionales somos personas. Además, nunca debemos olvidar que todos en algún momento de nuestra vida seremos pacientes. ¿Realmente somos tan distintos? Antes hemos mencionado que son varios tratamientos los que solemos recibir, es decir, son varios los profesionales que nos tratan. Sentir que para ellos eres más que un número es vital. Todos los estudios realizados coinciden que para la adherencia al tratamiento la relación terapéutica (relación terapeuta, familia, paciente) es esencial. Pero al ser tratados por varios especialistas necesitamos ir más allá que la relación entre ellos, no solo exista, que a veces ni existe, sino que sea buena y desinteresada el único interés debe ser el bienestar del paciente y de su familia, la discapacidad es una situación de contexto.
Dije que este artículo iba a ser más personal… Desde hace 3 años soy psicóloga pero, llevo siendo y seré paciente toda mi vida. En los momentos más duros de mi vida me ha ayudado mucho.
- Mi padre y mis amigos (son mi verdadera familia).
- Mis sueños y metas, ilusiones por las que luchar.
- La tranquilidad de estar en manos de profesionales que apuestan por mí y por mis posibilidades, ahora y siempre y trabajan con otros profesionales por ello. Tratándome como lo que soy, centro y parte del equipo transdisciplinar (los pacientes somos expertos de nuestra propia experiencia). Somos nosotros o en el caso de los niños sus familias quienes debemos tomar nuestras propias decisiones, tras recibir toda la información
Estos meses los cambios que he experimentado en mi vida me han repercutido seriamente en mi salud física y mental. En este periodo han sido cruciales para mí tres personas.
El Dr. Darío Fernández, médico, psicólogo y compañero de proyectos. Si señores, soy psicóloga y voy al psicólogo y no por la discapacidad. La mente debe estar fuerte ante las adversidades para convertirlas en retos. ¡Gracias Darío, por potenciar todas mis fortalezas y no dejar que la oscuridad de las circunstancias me haga perderlas de vista!
Miguel Martínez, mi nuevo fisioterapeuta masculino. Viene a mi casa en horas y días intempestivos, cuando tiene otros dos trabajos, solo porque sabe que de verdad lo necesito. ¡Hay cosas que no tienen precio!
Beatriz Moral, mi fisioterapeuta femenina. A pesar de que las circunstancias han hecho que ya no vaya con frecuencia al IRF siempre está ahí y si lo necesito me hace hueco. ¿Qué te puedo decir que no te haya dicho ya?
En este tiempo que yo he estado tan enferma me ha emocionado su dedicación, humanidad y humildad. Todos querían saber que opinaba el otro y reconocían su valía profesional han sido tres mentes pensando en el bienestar de una misma persona. Darío es de otra disciplina y ya tiene más de 30 años de experiencia. En el caso de Miguel y Beatriz son dos jóvenes promesas de la fisioterapia que lejos de competir colaboran y se admiran mutuamente (aún sin conocerse en persona) y es que, cuando hablamos de terapias y tratamientos estamos hablando de la vida de otros, de su bienestar, de sus posibilidades de futuro…. No tienen cabida las competencias ni intra ni interprofesionales solo hay cabida para la colaboración y la humanidad.
Ahora que ya estoy mejor quiero darles las gracias e invitar, espero, con este artículo a la reflexión.
Claudia Tecglen
Presidenta de Convives con Espasticidad y Psicóloga
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