Foto de la autora del articulo, VanessaUna vez más, quiero empezar a escribir este artículo con la letra de una canción, esta vez de Rosana: “Sin miedo, si quieres las estrellas vuelco el cielo, No hay sueños imposibles ni tan lejos. Si somos como niños, Sin miedo a la locura, sin miedo a sonreír. Sin miedo sientes que la suerte está contigo.”

¿Qué es el miedo?

En psicología se define como una emoción innata de los seres humanos y animales que se manifiesta por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso por experiencias del pasado.  Éste, a veces, puede ser una herramienta actuando como mecanismo de defensa, pero también puede convertirse en una barrera que no permite avanzar.

Y es que, ¿quién no ha sentido miedo alguna vez?

¿Qué puede producir el miedo?

  • Evitación, huir de hacer determinadas cosas.
  • Ansiedad y angustia, si se le hace frente.
  • Inseguridad ante poder hacer algo.
  • Sudoración y temblores.
  • Disminución de motivación y de autosuperación.

Cuando se tiene una discapacidad, ese miedo se puede dar con más frecuencia debido a:

  • Las limitaciones orgánicas, psicológicas o sociales.
  • Las barreras arquitectónicas y sociales.
  • No verse capaz de hacer algo nuevo.
  • Necesitar ayuda de un tercero para algunas cosas.

Ese miedo podría ser normal, coherente y necesario en cierta medida, pero, a menudo, se puede ver multiplicado por el miedo que transmite el entorno de la persona con discapacidad.

Y si el temor (sinónimo de miedo) se considera una emoción que crea un mecanismo de defensa que frena y paraliza aquello que en verdad se quiere hacer, se puede confundir nuestras posibles limitaciones con ese obstáculo que crea el propio miedo. Es decir, a veces se deja de hacer esto u otro, no porque lo impida la discapacidad, sino al temor de no poderlo hacer o, con frecuencia, al miedo que proyecta el entorno más próximo a que nos pase algo.

Todo ello, a veces sin ser conscientes, el miedo priva de muchas cosas. Pero fundamentalmente de poder decidir y vivir como se quiere en cada momento.

Pues muchos de esos miedos suelen ser anticipatorios, se tienen o se transmiten antes que suceda tal cosa o antes de haber intentado hacer tal otra. Podemos decir que se convierte en un bloqueador de expectativas y motivaciones que impide avanzar.

Como decía Séneca (4 a.C-65 d. C). Filósofo estoico romano: “No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos. Más bien las hacemos difíciles cuando no nos atrevemos”. Aunque con frecuencia, es el miedo del entorno de la persona con discapacidad quien lo hace difícil por proteger, éste acaba impregnándose y aumentando el temor de la persona con discapacidad, frenándola a intentar las cosas.

Pero ¿Dónde está escrito que una persona con tetraplejia con silla eléctrica no pueda ir sola por la calle o coger el bus?; ¿y qué una persona con paraplejia no pueda ir sola a comprar?; ¿o que una persona con disartria o que utiliza un comunicador no pueda trabajar? Con los recursos necesarios ¡sí se puede!

Si lo pensamos fríamente, la respuesta es: nada que no le pueda pasar a cualquier otra persona. Solo hace falta tener recursos para hacer frente al miedo y pensar que:

  • Te pueden robar acompañado o no, como a cualquier persona.
  • Te puedes perder, pero preguntando se va a Roma.
  • Si no te entienden, lo escribes en el móvil o en el comunicador (si usas), como hacen los turistas.
  • Si vas con silla pocas veces te caerás y si vas con muletas, harás fisio gratis cada vez que te levantes del suelo.
  • Todo obstáculo es un aprendizaje que nos hace más fuertes y una oportunidad para mejorar y buscar soluciones.

 ¿Cómo afrontar el miedo cuando se tiene una discapacidad?

  • Pidiendo ayuda a profesionales para trabajar los temores familiares y los propios.
  • Se debe trabajar la autoestima para que puedas creer más en ti y en tus capacidades.
  • Marcarte pequeñas metas cada día.
  • Acordar cambios en la rutina. Si crees que puedes ir a un sitio solo/a, dejar que primero te “vigilen” desde cierta distancia. Eso tranquilizará y hará disminuir la sobreprotección.
  • Interés y flexibilidad para superar los temores de ambas partes. Hemos de entender que éstos no son fáciles de quitar, sobre todo si hay una sobreprotección de raíz.
  • Comprensión para entender los miedos del entorno y los de uno mismo. Porque todo tiene un por qué y en ese por qué es en el que se debe trabajar.

¿Cómo puede afrontar el miedo la familia y el entorno?

  • Ver a la persona más allá de la discapacidad.
  • Acordar intentos de hacer cosas por primera vez acompañados.
  • Trabajar el desapego excesivo para disminuir la sobreprotección.
  • Acordar normas y límites conjuntamente.
  • Intentar anteponer la mejora de la autonomía y las necesidades, e intentar priorizar estas últimas antes los propios temores, para fomentar su realización como individuo, dejándolo ser agente activo de la sociedad.

Y es que mejor vivir sin miedo. Pues… “Si hay miedo, no hay felicidad.” Séneca

No dejes de intentar aquello que te cuesta para poderlo lograr, empezando por superar tus propios temores.

Vanessa Fuentes

Psicóloga, integradora social, formadora y tecnopedagoga

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