• Reconocen el trabajo municipal, pero advierten que «hay bastantes calles por las que no podemos ir».

Benavente cuenta con numerosas barreras arquitectónicas, según denuncian los discapacitados físicos de la ciudad. Estos inconvenientes impiden que lleven a cabo una vida normalizada. Creen que cualquier ciudad debería ser «un entorno accesible, transitable para nuestras limitaciones. Hay muchos elementos en Benavente que no están preparados para personas como nosotros; en silla de ruedas» señala José Beato Hidalgo, vecino del municipio.

Consideran que se han llevado a cabo reformas en los principales edificios público como Ayuntamiento, Casa de la Cultura de la Encomienda, pero denuncian que existen aún otros lugares, transitables diariamente, que aún no están adaptados. «Me las veo y me las deseo en muchos supermercados cuando tengo que ir a comprar con mi hijo. Son los menos los que tienen acceso para sillas de ruedas» nos comenta A. C. G., madre de un joven con parálisis cerebral. Además «al lado de los supermercados debería haber un estacionamiento que permitirá el acceso directo al establecimiento» apunta M. G. B., hermana y cuidadora de una mujer con discapacidad.

Otro obstáculo, que advierten las personas con limitaciones físicas, es la estrechez de muchas calles «una silla tiene más centímetros que una persona. Muchas veces no podemos pasar por calles» denuncia A. C. G. También con respecto a la intransitabilidad de las calles benaventanas, Beato añade que los pasos de cebra no están preparados para personas en silla de ruedas. «Esta es la primera dificultad con la que me encuentro nada más salir de casa. Al no estar regulados por semáforos la mayoría de los conductores se lo saltan, con el peligro que eso conlleva. Tiene uno que sortear los coches. Una vez que has cruzado la mitad de la carretera te encuentras con otra barrera, la mediana. Donde yo vivo, en la segunda rotonda de la soledad, las medianas no están al ras del suelo y para una persona como yo, que peso más de cien kilos, es muy difícil pasar ese bordillo y conseguir sin un esfuerzo tremendo cruzar la calle». Esto limita a Beato a la hora llevar a cabo una vida normal y a desarrollar su autonomía al necesitar indispensablemente ayuda de los demás.

La necesidad de una ayuda continuada por parte de cuidadores (casi siempre familiares) se ve incrementada debido a los obstáculos con los que se encuentran a diario. Antes existía un colectivo, al que llamaban fraternidad, en el cual se reunían las personas afectadas por una discapacidad y los familiares de las mismas, «se hacían reuniones, excursiones, comidas, pero sobre todo era una forma de desahogo para las familias, para los cuidadores. Una forma de relación social con gente que vivía lo mismo que tú» nos cuenta M. G. B. A día de hoy no existe en Benavente ninguna asociación de discapacitados, «estaría bien un centro de día. En mi caso, mi madre, que cuida a mi hermana, ya está muy mayor y de vez en cuando necesitaría tomarse un descanso».

Beato considera que las personas de su condición están muy desprotegidas por parte de la administración de la ciudad. «He puesto alrededor de ocho quejas en el ayuntamiento para que modifiquen el paso de cebra de al lado de mi casa. La última la realizó mi cuidadora en el mes de octubre en la ventanilla única del ayuntamiento. Le dijeron que ahora estaban muy sensibles con temas de discapacidad y que lo arreglarían rápido. Estamos a mitad de febrero y aún sigo esperando». A. C. G. considera que no se ofertan desde el ayuntamiento muchas actividades para este colectivo.

Fuente:LA OPINIÓN/ZAMORA