• El Centro de Referencia Estatal de San Andrés del Rabanedo, en León, organiza unas jornadas sobre violencia de género en la mujer con discapacidad.Imagen%20en%20sombra_preview

Las víctimas menos conocidas de la violencia de género son las mujeres  que sufren alguna discapacidad. Tal es el hermetismo que las rodea que no existen cifras oficiales sobre cuántas son y qué hacen para rehacer sus vidas. Ellas viven una situación doblemente complicada porque sus cuidadores pueden convertirse también en sus verdugos.

En un intento de hacerlas visibles y explicar su problemática el CRE (Centro de referencia estatal) Discapacidad y Dependencia San Andrés del Rabanedo, con sede en León, ha puesto en marcha unas jornadas que se desarrollan hasta este jueves sobre la violencia de género en la mujer con discapacidad.

«La gran diferencia de estas mujeres es que la pareja no solo tiene un papel sentimental en la relación, también ejerce un rol de cuidador, con lo que se incrementa la necesidad de rehabilitar permanentemente al agresor, con que el que siente que se está en deuda», explica a 20minutos.es Soledad Murillo, profesora de Sociología e Investigación Cualitativa de la Universidad de Salamanca y miembro de Naciones Unidas en materia de igualdad. «Algo curioso», explica, «porque el hombre no siente nunca esa deuda ya que piensa que se merece ser cuidado, mientras que la mujer, educada para cuidar, sí la siente».

Otra diferencia importante en relación a las víctimas de género sin discapacidad es el tipo de violencia que se ejerce contra ellas. «Suele ser más emocional que física, se traduce en faltas de respeto, en referencias a su cuerpo, con respecto a lo que no pueden hacer…», dice Murillo, y «cualquier discusión acaba con un bastante hago por ti».

La actitud que rodea a las personas que sufren este tipo de violencia suele ser de exculpación del agresor, algo que, según Murillo, «es habitual en los casos de violencia de género, la familia te pide perdonar, ‘él es el padre de tus hijos’, etc., pero se incrementa en los casos de mujeres con discapacidad». A esto se añade la propia formación de la mujer, «educadas para cuidar, están permanentemente aceptando situaciones de abuso emocional que subsanan siendo comprensivas. Las mujeres cuidamos y eso forma parte de la relación afectiva y de la demostración amorosa, pero eso no sucede en sentido contrario». Y explica Murillo otra clave para entender la situación tan compleja que vive una discapacitada maltratada: «se dice a sí misma que no puede ejercer el rol que le corresponde», y entonces aguanta y calla.

El control que ejerce sobre ella el cuidador va más allá del plano físico. «A veces, con las mejores intenciones, no se informa a la mujer de los efectos secundarios de los tratamientos médicos a los que se someten, lo que genera un abuso de poder y un abuso emocional», dice Murillo.
Posibles soluciones

Para la profesora Murillo parte de la solución del problema sería hablar de él, hacer visibles a estas mujeres. «Una vez que el problema de la movilidad está más o menos solucionado hay que evitar la asimilación de discapacidad e incompetencia, esto es básico». Para ello Murillo apuesta por «educar y concienciar a las propias mujeres y a su entorno» de que, a pesar de las limitaciones, son seres humanos autónomos, capaces de integrarse con normalidad en cualquier ámbito laboral y de hacer frente a una situación de posibles abusos.

«A este respecto las Naciones Unidas tienen un documento sobre cómo mejorar el acceso de las mujeres con discapacidad a todos los aspectos de la vida pública. Es primordial que mujeres de prestigio con discapacidad formen parte de la vida diaria, de los debates televisados, etc., que no se las vea solamente como reclamo cuando hay elecciones».

Fuentes

Fuente de la imagen: Banco de imágenes del Ministerio de Educación

Fuente de la noticia: 20minutos.es

Lugar: León

Fecha de publicación : 10/02/2011

Publicado en OED